Descripción
Al entrar al corazón de un bosque tropical, el desordenado verdor perenne de bromelias, helechos, lianas, musgos y otras plantas luce como una deocración barroca que envuelve, calma, inspira -y hasta encierra, desespera y aterra. Decenas de aves que se agitan, desvían la atención con sus aparentes coros de notas azarosas e improvisadas, unas melodiosas, otras monótonas. Entretanto, la humedad invade el cuerpo y un repentino viento fresco y renovado se deshace de ramas y hojas muertas que caen de los árboles rompiendo el ritmo, marcando el compás. La sensación de acecho se intensifica, cada vez son más los ojos que están pendientes de nuestros bruscos movimientos: cientos, miles de pequeñas criaturas nos rodean y nos miran con recelo y curiosidad... son los bichos.
Martín R. Bustamante, Rafael E. Cárdenas