Resumen
Los desiertos y las montañas son santuarios donde el Hombre ha cerrado una alianza con lo Sagrado; las tres religiones monoteístas nacieron ahí, y otras, como el Budismo practicado por los monjes tibetanos, encuentran en ellos un refugio donde se entregan a la oración y a la vida contemplativa. Los desiertos han sido también elegidos por profetas, como el zaratustra de Nietzsche, anunciando a los Hombres la muerte de Dios, o por personajes de cuentos maravillosos originarios de ninguna parte, como El Principito de Saint Exupéry. En los Andes, la tradición animista ubica las divinidades tutelarías en las montañas, Apus y Achachillas, que garantizan la vida y la cohesión de las comunidades; sus figuras antropomórficas pueblan las leyendas de la tradición oral y son presentes en los rituales.