Resumen
La vida, un instante de descubrimiento:
Los griegos habían entendido las limitaciones y entonces trasladaron nuestros imposibles a los dioses, quienes se divertían jugando en con el destino de los seres. En la Amazonía, mientras tanto, la floresta sobrepasa la vida de los hombres, quienes podían hablar con el mismo árbol generación tras generación, los mares del cálido Pacífico estaban rebosantes de peces y el cielo estaba cubierto por el canto de las aves.
El tiempo, que es un mensajero implacable, fue tejiendo los encuentros. Los griegos intuyeron y generalizaron el miedo humano al tiempo y nos explicaron cómo estábamos en manos de algo que superaba nuestro entendimiento. Miles de años después, el gran poeta Oscar Wilde nos decía, "a veces podemos pasaros años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante".
Para descubrir hay que explorar, para explorar hay superar el miedo a lo desconocido. Hay que hacer de la vida un instante y del instante una eternidad. Hay que portar en mochila la sorpresa y en la mirada brillo en los ojos, que prestos al asombro, permiten que se devele ese rayo de luz que ilumina desde la nada, el descubrimiento, que hace que la vida se concentre y se resuelva en ese momento decisivo y único.