Resumen
Arquitectura: pasado y futuro
No habrá nunca una puerta. Estás adentro
Y el alcázar abarca el universo
Y no tiene ni anverso ni reverso
Ni externo muro ni secreto centro.
Fragmento Laberinto en «Elogio de la sombra» Jorge Luis Borges
Para Friedrich Hegel toda la realidad tiene un sentido, lo que existe, no existe porque sí, sino que responde a una necesidad interna de las cosas, que las hace ir cambiando en un proceso dialéctico de oposición de los extremos. Del encuentro de los opuestos surge algo nuevo que supera a lo anterior, evolucionando así la realidad de las cosas. Esto a propósito de los inmensos desniveles en los que vivimos, que se expresan en las desigualdades, materiales e intelectuales, de la innovación y de la práctica que pone en valor lo desarrollado, del pensamiento y la forma del habitar.
Vivimos en un mundo de contradicciones, en donde coexiste el hambre y la opulencia, el pasado inmóvil y la dinámica presente. Coexisten en un todo único, que genera nuestra identidad, pero que a la vez, se encuentra en un permanente proceso de transformación.
En este contexto el futuro se aproxima a través de la investigación y el desarrollo, rompiendo viejos paradigmas sobre lo que parece inmutable en la arquitectura, así surge el diseño de escalas múltiples, en donde se integra en los edificios la macroescala con lo microscópico. “Si uno mira un bosque, con sus árboles, sus hojas, sus células, se da cuenta de que la naturaleza diseña de manera interdependiente a escala múltiple, de manera opuesta a como lo hace el hombre”, esta es la base del pensamiento de Paz Gutiérrez, arquitecta chilena de la Universidad de California. Para esto, proyecta una arquitectura que se construye a partir de límites inteligentes, en donde cada parte es capaz de contribuir con el todo. Desde paredes que son capaces de ahorrar agua y energía hasta procesos en los que se desvía el agua sucia de baños a las paredes exteriores, diseñadas con microlentes y micropartículas de dióxido de titanio capaces de recogerla energía solar y desinfectar el agua, que ya limpia, calienta la casa de noche al circular por un suelo radiante y, una vez empleada como fuente de calor, se guarda para reutilizarla en los baños. Si hablamos de “pieles inteligentes” para los edificios, observemos la propuesta científica del ingeniero Shu Yang, de la Universidad de Pensilvania, quien estudia las células del músculo liso, en especial las paredes de sus vasos sanguíneos, para comprender cómo se contraen y relajan. Al imitar este proceso con nuevos materiales de construcción ha desarrollado paredes vivas capaces de adaptarse a los cambios exteriores de luz, humedad y temperatura.
Este es nuestro momento, y le corresponde a los arquitectos liderar un proceso de concientización y convencimiento, desde una visión integral, constituyendo equipos multidisciplinares, en donde se recojan, experiencia y saberes, desde todas las vertientes posibles, para abordar así un presente y un futuro mejor y más coherente con el desarrollo de la inteligencia humana.
Rómulo Moya Peralta, arq.